15/11/20

Scouts María Auxiliadora conmemoró la Jornada Mundial de los Pobres con acciones solidarias y una misa


 

“Tender la mano es un signo que recuerda inmediatamente la cercanía, la solidaridad, el amor, el servicio. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor, desaliento y desconcierto, nosotros ponemos sábado a sábado nuestra tarea por el hermano necesitado”.

 

“En la Eucaristía que celebramos encontramos en Jesucristo, nuestro hermano mayor el modelo de amor que tiende la Mano al pobre. Es además el lugar para agradecer por seguir pudiendo brindar este servicio. SIEMPRE LISTOS PARA SERVIR”, así resumió el espíritu de la Jornada Mundial de los Pobres, la maestra scouter, Cecilia “Oveja” Otero, directora de Scouts María Auxiliadora.

 

Integrantes de la agrupación participaron de las actividades de sostenimiento a familias carenciadas mediante la elaboración de bolsones con mercaderías, recibidas de aportes de la comunidad, particulares y comercios.

 

Más tarde asistieron a la misa especial celebrada por el cura párroco César Cardozo.




 

Reflexiones de su Santidad el Papa Francisco acerca de la Jornada Mundial de los Pobres

 

Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta. No se trata de emplear muchas palabras, sino de comprometer concretamente la vida, movidos por la caridad divina. Cada año, con la Jornada Mundial de los Pobres, vuelvo sobre esta realidad fundamental para la vida de la Iglesia, porque los pobres están y estarán siempre con nosotros (cf. Jn 12,8) para ayudarnos a acoger la compañía de Cristo en nuestra vida cotidiana.

 

El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga. ¿Cómo podemos ayudar a eliminar o al menos aliviar su marginación y sufrimiento? ¿Cómo podemos ayudarla en su pobreza espiritual? La comunidad cristiana está llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le está permitido delegarla a otros. Y para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona.

 

No podemos sentirnos “bien” cuando un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra. El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad.




 

Es cierto, la Iglesia no tiene soluciones generales que proponer, pero ofrece, con la gracia de Cristo, su testimonio y sus gestos de compartir. También se siente en la obligación de presentar las exigencias de los que no tienen lo necesario para vivir. Recordar a todos el gran valor del bien común es para el pueblo cristiano un compromiso de vida, que se realiza en el intento de no olvidar a ninguno de aquellos cuya humanidad es violada en las necesidades fundamentales.

 

Tender la mano hace descubrir, en primer lugar, a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la capacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida. ¡Cuántas manos tendidas se ven cada día! Lamentablemente, sucede cada vez más a menudo que la prisa nos arrastra a una vorágine de indiferencia, hasta el punto de que ya no se sabe más reconocer todo el bien que cotidianamente se realiza en el silencio y con gran generosidad. Así sucede que, sólo cuando ocurren hechos que alteran el curso de nuestra vida, nuestros ojos se vuelven capaces de vislumbrar la bondad de los santos “de la puerta de al lado”, «de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios».







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